"Hispano" y "latino" a menudo se tratan como términos intercambiables; sin embargo, tienen significados diferentes y, a medida que crece la población brasileña en los Estados Unidos, la inclusión o exclusión de brasileños bajo la terminología se convierte en una brecha de datos demográficos cada vez más grande. El ensayo explorará la proximidad de brasileños en EE. UU. con la latinidad. El censo de los Estados Unidos mide poblaciones basadas en identidad étnica como "hispanas" o "latinas"; estos datos son usados para “determine the number of seats each state has in the U.S. House of Representatives [and] redraw electoral districts” (“2020 Census Results”). Los factores como la historia, la geografía, el idioma, la religión, la raza y la contribución económica de los brasileños en Boston se contrastarán con los de los hispanos dentro de la misma comunidad.
Para comprender las raíces del término, se iniciará con un recorrido histórico. Se creó el término “latinidad” en el año 1850 durante la inquisición de Latinoamérica para no solo la península ibérica sino Italia y Francia también (Ardao 245). Los europeos necesitaron unidad para colonizar y establecer poder en el Nuevo Mundo, y entonces se unieron bajo el término de latinidad, diciendo que porque hablaban lenguas latinas eran parte de una raza singular. En 1858, Carlos Sanquirico y Ayesa escribió en la revista titulada La América que “la unidad de la raza latina allá en el Nuevo Mundo” era un gran componente de la manifestación de poder español contra ambos las culturas indígenas latinoamericanas y las culturas germánicas de los otros conquistadores (Ardao 243).
En una lucha continua contra la influencia del mundo germánico, los españoles, portugueses y franceses se aliaron bajo de este término “latinidad” para hacer control sobre sus propias tierras (Ardao 258). Las divergencias del “iberismo” y “latinoamericanismo” separaban a los latinos geográficamente; el iberismo era un movimiento de protección de la península ibérica contra el resto de Europa y no incluía a Francia o Italia, mientras el latinoamericanismo era una distinción que empezaban a usar las colonias latinas para unirse fuera del control de sus patrias europeas y buscar independencia (Ardao 250). Para distinguir lo portugués y lo hispano, las colonias españolas crearon otro término: “Hispanoamérica” (Ardao 25). A medida que las relaciones de las regiones entre sí han evolucionado, también lo han hecho sus métodos de autoidentificación. En todas esas denominaciones, uno puede ver la pluralidad y complejidad de la América Latina y la interacción histórica entre los pueblos, las culturas y las lenguas.
Mientras la idea de la latinidad como parte de la identidad se desarrollaba, lo latinoamericano y lo latino se transformó en una entidad singular en EE. UU. La idea de la etnicidad latina hoy en día está entrelazada irrevocablemente con la experiencia de opresión sistemática por causa de la raza, el estatus inmigratorio y varias otras cosas; aunque algunos ibéricos se identifican como "latinos" en EE. UU. (y muchos españoles se identifican como "hispanos"), la inclusión de los europeos colonizadores bajo el título de "latino" se olvidó en los siglos XX y XIX (Sluyter 4).
Los formularios estadounidenses como el del censo fueron obligados legalmente a agrupar juntos “latino” e “hispano” para clasificar la etnicidad de los iberoamericanos de manera singular en 1997 (Taylor). Desafortunadamente, la ofuscación de "latino" e "hispano" en los formularios del gobierno estadounidense y en muchos estudios demográficos complica este estudio, ya que los inmigrantes españoles y sus descendientes pueden considerarse "hispanos" pero no “latinos”, mientras que los brasileños (y los de otros países latinoamericanos que no hablan español) pueden considerarse "latinos" pero no "hispanos". Al mismo tiempo, sin embargo, la intercambiabilidad de la terminología prueba explícitamente el punto de este ensayo – el lenguaje usado en EE. UU. parece olvidar a los brasileños. De hecho, Wordtracker estima que las variaciones de la frase "language spoken in Brazil" se buscan en Google casi 40.000 veces al mes en EE. UU.
Este ensayo va a definir “latino” como una etnicidad que viene de raíces latinoamericanos, de acuerdo con la definición de Ardao de una población de ambos Sudamérica, Norteamérica y Centroamérica que habla español o portugués. Cierto es que esta definición falta algún elemento de matiz, pero la percepción de lo latino está siempre transformándose. Explorará la idea abstracta de la latinidad estadounidense en contraste con lo hispano y la proximidad de los brasileños estadounidenses a ella. Las fuentes usadas en este ensayo usan autoidentificación de los encuestados para clasificar sus etiquetas de “hispano” o “latino”. La autoidentificación puede ser un problema grande en los análisis demográficos de brasileños por causa de la omnipresencia de la ideología de democracia racial, llevada a la fama por “Casa-Grande e Senzala” por Gilberto Freyre. La teoría argumenta que las tres razas (blanco, negro, e indígena) viven en harmonía completa en Brasil, a diferencia de EE. UU., donde el racismo de la segregación y las leyes de Jim Crow impregna el país y la gente (Seigel 336). La ideología, combinada con centurias de mestizaje racial, complica el entendimiento de raza. Mientras la autoidentificación es un tópico bien explorado dentro de Brasil, menos estudios han sido dedicados a la examinación de la autoracialización de brasileños en EE. UU.
Para entender la proximidad de los brasileños estadounidenses a la latinidad, este ensayo va a usar como ejemplo entrevistas antropológicas, datos demográficos gubernamentales y pesquisas de Pew Research enfocadas en dos comunidades en Massachusetts, una de hispanos panétnicos y otra de brasileños. Además, el ensayo va a enfocar en la población documentada o con estatus migratorio legal porque los recursos sobre la sin documentación son muy limitados. Aunque los otros latinos en el estado (principalmente salvadoreños, mexicanos, puertorriqueños, y dominicanos) son bien mezclados en términos de región de residencia, la comunidad brasileña está casi completamente aislada de ellos (“Hispanic Immigrants” 6). Aunque los brasileños viven en regiones de la ciudad como East Boston o Roxbury, donde hay grandes poblaciones de latinos, los barrios específicos donde reside la mayoría de la gente brasileña son enclaves exclusivos; en contraste, la población hispana se integró notablemente con la población no-hispana (“Hispanic Immigrants” 11). Este aislamiento es quizás una consecuencia del hecho de que un gran porcentaje de la población brasileña allá son inmigrantes; un 73% de los brasileños nacieron fuera del país, mientras solo un 48% de los hispanos nacieron en otro país (“Brazilians in Boston” 4).
Como muchos brasileños son inmigrantes de primera generación en los EE. UU., la lengua maternal es claramente un obstáculo grande entre las comunidades hispano- y lusoparlantes en Boston. A pesar de que los brasileños y los otros latinos hablan inglés con el mismo nivel de fluidez (60% y 58% hablan con habilidad buena, respectivamente), un 73% de los brasileños se sienten más cómodos hablando portugués y/o lo hablan en casa (“Brazilians in Boston” 4). Una gran parte del concepto de la latinidad estadounidense moderna enfoca en un “shared connection to the Spanish language” que obviamente no tiene los lusoparlantes (Taylor). Curiosamente, un 24% de hispanos en EE. UU. (y un 51% de hispanos nacidos en EE. UU.) se identifican como “English dominant” en vez de bilingüe o hispanoparlante y todavía son abrazados como miembros de la comunidad latina, mientras los brasileños son excluidos por la misma razón (Taylor).
Al tratar de reparar el cisma lingüístico, Rosana Siqueira de Carreño notó que manejar “dos lenguas genética y tipológicamente próximas como el español y el portugués” puede causar problemas de comunicación irrevocables (Siqueira de Carreño 25). Ella dice que las poblaciones probablemente no están equipadas para arreglar malentendidos lingüísticos causados por una conversación en que uno habla español y uno habla portugués. Debido a que muchas palabras en el idioma son bastante similares, los cognados falsos fácilmente podrían crear graves malentendidos; por ejemplo, la exclamación "pucha" suena muy similar al portugués "puxa", que significa jalar, y la palabra "embarazada" suena muy similar al portugués "embaraçada", que significa avergonzado. Incluso sin estos falsos cognados, la similitud de los idiomas puede ser confusa y frustrante para quienes intentan entender ambos idiomas. En gran parte de Sudamérica, hay un movimiento reciente para enseñar el portugués en las escuelas para extender el censo de comunidad en el continente, pero los hispanos estadounidenses no tienen este puente cultural (Siqueira de Carreño 40). Dentro de EE. UU. existe un problema similar, como nota de Almeida: “As deficiencias persistentes do ensino de português nas universidades americanas” se expanden continuamente la grieta entre los hispanos y los brasileños (de Almeida 53).
La barrera del idioma presenta desafíos en áreas en las que los brasileños y otros latinos podrían encontrar unidad. Ambas culturas enfatizan el catolicismo, por ejemplo, pero, debido a que muchos brasileños incorporaron la cultura religiosa yoruba o sincrética en su práctica del catolicismo (al igual que muchas otras iglesias latinoamericanas) y, por supuesto, hablaban portugués, se sentían fuera de lugar en las misas portuguesas y no podían entender las misas en español. La actitud que tenían los brasileños contra los portugueses en el momento de crear sus propias iglesias en la década de 1980 refleja el mismo sentido de aislamiento que vemos contra los hispanos: “a única solução foi fazer uma outra comunidade, um espaço para os brasileiros terem as celebrações como eles gostam” (Braga Martes 121). A pesar de todo, la tasa de catolicismo es aproximadamente la misma entre los hispanos-estadounidenses y los brasileños (no existen datos sobre la religión de los brasileño-estadounidenses); un 58% de los latinos estadounidenses reportaron que la religión es muy importante y un 65% de brasileños se identifican como católicos (Taylor; “Brazil’s Religious Landscape”). Si ambas poblaciones hablaran el mismo idioma principal, quizás podrían identificarse entre sí por una religión compartida.
Si bien los brasileños apenas comenzaban a establecer sus propias iglesias en Boston en 1980, muchas comunidades hispanas ya se habían establecido por décadas; a los puertorriqueños, por ejemplo, se les otorgó la ciudadanía en 1917 y poco después comenzaron a mudarse a Massachusetts (“Puerto Ricans in Boston” 3). Un estudio de Pew Research encontró que “US-born Hispanics […] express a stronger sense of affinity with other Americans and America than do immigrant Hispanics” (Taylor). Debido a que Pew analiza los datos latinos en general por generación, pero no lo hace para los brasileños en particular, este ensayo asume que los brasileños reflejan la mayor proximidad a los inmigrantes o latinos de primera generación. Por lo tanto, el aislamiento de los brasileños puede ser un resultado de un sentido de lejanía a la cultura estadounidense y no a la latinidad propia (Taylor). Los estudios de Pew, que no distinguen entre los términos “latino” y “hispano”, usan la autoidentificación para explorar las etiquetas y las preferencias de las personas encuestadas; solo el 2% de los brasileños se identificaron como hispanos o latinos en el censo de EE. UU., pero como Pew Research no proporciona una definición para las etiquetas como lo hace el censo, es difícil estimar cuántos brasileños se identificarían como “latinos" en la encuesta (Lopez).
El estudio no presenta las nacionalidades de los encuestados, por lo que es difícil saber cuántos de estos datos representan a los brasileños, pero algunos inmigrantes brasileños han expresado una sensación de extranjería en EE. UU. En una entrevista con antropóloga brasileña Ana Cristina Braga Martes, múltiples brasileños decían sobre EE. UU., “não me sinto em casa”, indicando una separación desde ambos la comunidad latina y el país en general (183). Los brasileños que entrevistó no se referían a sí mismos como inmigrantes sino como trabajadores temporales, y no tenían ningún interés en asimilarse al entendimiento estadounidense de latinidad.
Esta mentalidad de "trabajador temporal" es interesante al considerar las disparidades económicas entre brasileños e hispanos. Los trabajadores con educación universitaria ganan en promedio $32.000 más por año en EE. UU. que aquellos con solamente diplomas de escuela secundaria (Stobierski); un 37% de los brasileños en Boston tienen una licenciatura de universidad, mientras solo un 18% de los hispanos la tienen (“Brazilians in Boston” 8). Además, muchos hispanos provienen de países como El Salvador y la República Dominicana, donde muchos sienten que tienen que huir debido a la violencia o la turbulencia económica o política (“Hispanic Immigrants” 8). Los brasileños, por otro lado, no son refugiados, sino migrantes voluntarios con expectativas de ganar dinero y luego regresar a Brasil (Braga Martes 184). Solo un 11% de los brasileños, al opuesto con un 34% de hispanos, viven bajo la línea de pobreza (“Brazilians in Boston” 7).
No hay datos sobre las razas de la población de brasileños en Massachusetts, pero el especialista en historia de Brasil Thomas Skidmore dice que “the majority of Brazilians in the United States are of lighter complexions”. La claridad de la piel indica movilidad en la sociedad brasileña, y por lo tanto los brasileños con la oportunidad de inmigrar a EE. UU. son blancos con más recursos que los otros inmigrantes latinos que a menudo están huyendo o escapando del peligro y desorden en sus países de origen (Skidmore). Como se mencionó anteriormente, el fondo de la raza en Brasil es complicado; muchas personas desean y reclaman una proximidad a la blancura como parte de la identidad brasileña “educada” (Roth-Gordon 7). Para los brasileños, la identidad racial se relaciona menos con la herencia y más con la forma en que el público lee el cuerpo - pero el ambiente difiere en EE. UU., y la misma persona que se lee como blanca en Brasil puede ser leída como mestiza o indígena en EE. UU. (Roth-Gordon 24). La raza y el origen étnico en Brasil también han estado vinculados a la nacionalidad hasta tal punto que los brasileños a principios del siglo XX reclamaron una "raza nacional"; quizás esta identidad racial, étnica y nacional entrelazada continúa permeando a las poblaciones brasileñas, incluidas las de los EE. UU. que se consideran “brasileñas” en vez de “latinas” (Lesser 10).
Un 70% de hispanos en EE. UU. dicen que los demás los perciben como hispanos debido a características como piel morena, cabello rizado y otros fenotipos, y un 42% de latinos se identificaron como “some other race” en el censo estadounidense de 2020 (Noe-Bustamante; “2020 Census Results”). Además, muchos latinos negros no se sienten aceptados dentro de la comunidad latina más grande de EE. UU. – solo un 3% de latinos autoidentificados eligió los cuatro colores más oscuros de los diez posibles como representaciones de su propia piel (Noe-Bustamante). La inclusión percibida de una ambigüedad racial entendida por la cultura estadounidense como un continuo de piel morena y fenotipos “indígenas” o “mestizos” puede tener un papel importante en la conexión o rechazo de la latinidad.
A pesar de las diferencias de la economía, la lengua y la religión, los brasileños que quieren quedarse en EE. UU. se sienten como latinos, mientras los que quieren volver a Brasil no se alinean con esta identidad. Braga Martes argumenta que la latinidad es actualmente una identidad pura estadounidense porque países latinoamericanos ya son independientes contra los colonizadores y no la necesitan. Como los asiáticos no se refieren a sí mismos como “asiáticos” en Asia, el término latinidad podría ser usado primariamente para proveer fuerza política y económica a los expatriados latinoamericanos en EE. UU. (Braga Martes 184). De acuerdo con la lógica de Braga Martes, los brasileños en este ensayo no se identifican con la latinidad porque solo un 15% de ellos en Massachusetts tienen la intención de permanecer en EE. UU. y entonces no tienen ninguna razón de tener comunidad con otros latinos.
En el podcast “Are Brazilian-Americans Latino?” (que se enfoca en la comunidad bostoniana), una entrevistada brasileña-estadounidense dijo sobre la palabra “latino”: “It feels really good to say, well, here is a team of my people” (Hinojosa). Las cosas en común fueron, para ella, el amor del fútbol, la comida, y la experiencia de ser hija de un inmigrante. Otros entrevistados en el podcast dijeron que eran “Brazilian, never latino” o simplemente que nunca habían pensado en la etnicidad (Hinojosa). El mero hecho de que no hayan considerado sus identidades en términos de comunidad con otros latinos en EE. UU. indica una falta de interés en "convertirse" en estadounidense por medio del uso de terminología estadounidense. Puede tener que ver también con el aislamiento del resto de Boston – el entendimiento de raza en Brasil y entre los brasileños es muy diferente en EE. UU., y sin exposición a la comunidad estadounidense más grande, el término “latino” no es preciso (Skidmore).
De acuerdo con la investigación de Pew, la mayoría de los latinos estadounidenses prefieren usar su nacionalidad como indicación de identidad, mientras “just 24% [of hispanics/latinos] say they prefer a pan-ethnic label” (Taylor). Pero la etiqueta de latino se usa para unirse a un grupo desaventajado por las luchas de “immigration, postneocolonialism, race, color, legal status, class, nation, language, and the politics of location” (Spray 6). Históricamente, el término ha incluido a los brasileños, y en el contexto de la sociedad estadounidense, no hay la opción de identificar con solo una nacionalidad por propósitos demográficos. Claro, la nacionalidad como identificador es más específico a las experiencias y culturas únicas que lo es el de la etnicidad. Sin embargo, el agrupamiento de las poblaciones latinoamericanas en EE. UU. sobre la base de la geografía, la religión y la experiencia vivida les da poder estructural en la forma de representación política. Se proyecta que, con tiempo, las comunidades brasileñas crecerán y se integrarán más con las comunidades hispanas, especialmente cuando los inmigrantes actuales empiezan a tener hijos con ciudadanía estadounidense (Braga Martes 194). Por supuesto que hay diferencias culturales entre brasileños e hispanos, pero olvidar a los brasileños bajo la identidad latina es privarlos de su representación gubernamental estadounidense.
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